martes, 6 de noviembre de 2007

La sonrisa del voluntario

La sonrisa del voluntario es el título de un reportaje que ha escrito Guillermo Aragón Valencia, estudiante de 3º de Periodismo de la Universidad de Navarra. Es un chico de Salvador que quiso compartir con los voluntarios de Navarra Coopera su trabajo.

La sonrisa del voluntario
Voluntarios españoles ayudan a la ONGD ACOES y sus proyectos en Honduras

Todos los días muchas cosas nos hacen sonreír, pero no siempre es la misma sonrisa el motivo de nuestra alegría. Un voluntario sabe muy bien eso y sabe que cuando se consigue, la sensación es indescriptible. Sabe que por más grande que sea el esfuerzo para lograrlo, la sonrisa de cualquier ser humano necesitado podrá recompensar todas las energías gastadas.

Quizá no todos podemos entenderlo, pero hay muchos interesados en que lo hagamos. Unos son los niños de Honduras, un país donde los menores de 15 años constituyen el 39.8% de la población total (de 6 millones de habitantes). Donde muchos de ellos tienen que sobrevivir con menos de un euro al día, donde los jóvenes no se preocupan por adelgazar, sino por engordar. Donde sólo el 33% de ellos logrará tener una educación básica y solo el 7% superará el bachillerato o la universidad.

A ese país llegó el padre español Patricio Larrosa hace ya 15 años. No tardó mucho en notar las grandes diferencias que existían entre los niños de España y los de Honduras. Pensó que el mejor regalo para ellos era la posibilidad de un futuro mejor y la forma de dárselo era ayudándolos a estudiar. Así, con la ayuda de compatriotas y locales, inició una serie de proyectos que terminaron por unificarse en una ONGD: ACOES (Asociación Colaboración y Esfuerzo).

En la actualidad, a más de 10 años de su fundación, ACOES gestiona más de una decena de proyectos en Honduras, enfocados sobre todo en la ayuda a la niñez y los sectores marginales de la sociedad. Cuentan ya con dos escuelas de 1.500 alumnos, comedores infantiles en barrios humildes y comunidades indígenas, proyectos de ayuda a ancianos, de construcción de viviendas a personas de escasos recursos y otros de asistencia sanitaria.

Los recursos

Además de los esfuerzos en Honduras, ACOES también tiene que trabajar mucho en España, donde consigue la mayoría del dinero para la financiación de todos sus proyectos. El año pasado el total de gastos ascendió al millón de euros, que no son fáciles de conseguir para una ONGD de su envergadura y que funciona con donaciones.

Por eso la comunicación entre las sedes españolas y la central en Honduras es necesaria y constante. Desde allá se manda información con las necesidades que se tienen que cubrir, para que acá en España se busque la manera de satisfacerlas. En la actualidad, además del dinero en efectivo, se mandan aproximadamente 35 container al año con diversos materiales.

En general la idea de ACOES es juntar personas sencillas que quieran colaborar y unir a muchos aunque sólo den poco. Unos, por ejemplo, regalan ordenadores, otros dan donaciones de comida y así, de poco en poco, se logra cubrir todo lo que se necesita.

Una de las formas de recaudación es la de apadrinamiento de niños, que consiste en que una persona en España se compromete a cubrir los gastos de un niño hondureño en particular. Con ese sistema, ACOES logra ayudar a 8.000 niños repartidos en distintos proyectos. Es por eso que lo que se busca en el futuro no es tanto nuevos proyectos, como estabilidad para los existentes: aunque haya mucho por hacer, no siempre se podrán conseguir los medios para hacerlo.

El voluntariado

A pesar de su expansión, ACOES sigue conservando su idea original: la del voluntariado. Cada año coordinan sus esfuerzos para que muchos españoles viajen a colaborar con la organización. Uno de ellos es Iñigo Ilundain, que lleva más de 7 años colaborando con ACOES. Hoy en día es el encargado de organizar a los 30 voluntarios que hay en Pamplona. Conoció al padre Patricio en Honduras, en un viaje que hizo al país para ayudar a jóvenes indigentes. “Por medio de unos niños me enteré que había un misionero español viviendo en mi mismo barrio, así que decidí conocerlo a él y su proyecto. Me encantó”, recordó.

En aquella época ya había una estructura para gente joven con escasos recursos a los que se les ayudaba a estudiar y que luego debían colaborar con el proyecto. Desde entonces, Iñigo ha regresado 5 veces a Honduras y conoce muy bien los esfuerzos que se hacen para ayudar al país.

Entre todos ellos tiene una especial devoción por el de la casa Populorum Progressio, que busca ayudar a jóvenes de las comunidades indígenas. “Ésta iniciativa consiste en seleccionar a los jóvenes de las distintas comunidades que sean más aptos para el estudio. Luego se les invita, con 17 o 18 años, a ir a Tegucigalpa (ciudad capital de Honduras) donde tenemos casas para alojarlos en grupos de 15 o 20. Ahí tendrán la oportunidad de estudiar lo que ellos quieran, con la condición de que aprueben todo a la vez que dedican tiempo a colaborar con su comunidad”, dice.

El proyecto comenzó con 4 personas, pero el éxito académico y humano logrado fue tan grande que ahora cuenta con más de 80 jóvenes. El año pasado el 90% de ellos logró aprobar todas sus materias. No obstante, el plan no termina en la educación. La aspiración real es que los graduados actúen como líderes de sus respectivas comunidades y las ayuden a progresar, de ahí su nombre, que significa progreso de los pueblos en latín.

Ésta última fase del proyecto muchas veces no llega a concretarse, no por falta de voluntad de los graduados, sino por las mismas limitaciones económicas a las que ellos se tienen que enfrentar. “Nosotros tenemos la peculiaridad de trabajar siempre con voluntariado y ellos, al hacerse mayores, deben buscar un modo de trabajar, de ganar dinero –explica Iñigo- Pero eso no es problema, porque siempre que uno debe salir, otro viene a sustituirlo”.

El viaje

Muchos otros también han vivido la experiencia del voluntariado con ACOES. La mayoría de voluntarios son españoles de las distintas ciudades en las que la ONGD tiene representación. Éste año unos 100 voluntarios de todas partes de España ya han viajado a Honduras. “Muchos se van solos, otros en parejas, en grupos… unos lo hacen por el verano, por seis meses o hasta por un año”, cuenta Iñigo.

“Antes de viajar, todos los voluntarios reciben un pequeño curso, más que todo para que sepan qué se van a encontrar allá y para que conozcan un poco más sobre la organización”, agrega.

Esto es necesario ya que para muchos los primeros días de adaptación son especialmente difíciles. “Cuando entré en el grupo, la gente me comentaba que la experiencia era preciosa, pero también muy dura. En mi caso no lo fue en especial, tal vez por eso, porque iba sobre aviso”, dice Susana Amblar, voluntaria en el verano de 2005.

Para muchos de ellos es el primer viaje largo que hacen. Por eso les es complicado asimilar tantos y tan drásticos cambios en tan poco tiempo. Porque no es sólo la diferencia de horarios, de clima o de alimentación las que les afecta, también es lo sicológico: el ver la pobre calidad de vida que tienen muchas personas en Honduras.

Ya en el país lo primero que se hace es llevarlos a conocer las ciudades y los proyectos. Se invierten las dos o tres primeras semanas en visitar las escuelas, los comedores infantiles, las casas, los centros… La idea es que luego cada uno busque entre cada uno de ellos el que más le agrade. Unos deciden ayudar a uno en concreto y otros dividen su tiempo entre varios: cada uno arregla su día a día en función de lo que más le gusta y en lo que cree que puede ayudar más.

Por eso cada experiencia es distinta, cada viaje es diferente y al igual que Susana, la mayoría de voluntarios ha sufrido muchos inconvenientes y ha tenido muchas alegrías. Pero al final todos coinciden en que es una experiencia enriquecedora: todos regresaron con algo más que satisfacción. Todos pudieron encontrar la sonrisa que buscaban, que no es la suya sino la de los demás: la de los que la necesitan. La de esos niños, jóvenes y ancianos que están llenos de ellas y que esperan ansiosos poder regalarnos una. Sólo hay que ir a buscarla.
Guillermo Aragón

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola a todos!
La verdad, no encuentro muchas opciones de contactarme y por eso escribo...
Estoy totalemente dispuesta e ayudar a chicos con la enseñanza escolar o tambien a cuidar de ellos (como asi tmb de ancianos)...
E`pero sea de ayuda mi predisposicion...
Mail: yamilanerea_torres@hotmail.com

Muchas gracias.
Un arazo a todoooooos